Publicado el 28/06/2022
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Vemos la portada del último manual de fantasía publicado y observamos una enorme criatura enfrentándose a un grupo de aventureros. Es lo típico que podemos encontrar, no hay rival pequeño para nuestros personajes. Cuando más grande, mayor gloria para ellos y la sensación de ser un enemigo poderoso es mayor.
Supongo que visualmente encontrarnos ilustraciones así es lo que esperamos. Lo que llama la atención. Cuanto más grande mejor. ¿Un castillo? Que sea enorme, que parezca que lo habitan gigantes y no humanos. ¿Un enemigo? El triple de alto que los personajes. ¿Una espada? Que necesites tres manos para empuñarla…
Y es que a decir verdad, ver una de esas ilustraciones con un gran castillo, dónde aparecen los personajes, ahí, pequeñicos, como si fueran diminutos en comparación para crear la sensación de poca importancia de ellos y de magnificencia por parte de aquello que queremos destacar, pues funciona. Pero ya me cansa…
Después, en la vida real, nos encontramos con un moscardón del tamaño del pulgar y salimos corriendo porque nos da miedo. Quien dice un moscardón, dice un saltamontes grande, una araña de un palmo, una sargantana de 1m o tener que limpiar diariamente una casa de 1200 m cuadrados… lo de que sean tan grandes ya no mola tanto ¿no?
¿Creéis que hace falta describir o dibujar a un insecto de mayor tamaño que un humano para considerarlo peligroso? Un bicho de ese tipo que midiera 50 cm ya sería peligroso de por si, además de manejable para quien se pone detrás de la pantalla.
Hablando de manejabilidad, hablemos de gigantes o dragones. Esas criaturas que supuestamente han desarrollado civilizaciones e imperios, pero que poco se sabe de cómo lo hicieron a pesar de las enormes construcciones que tuvieron que existir para albergarlos, básicamente porque sus restos deberían de ser tan grandes que se verían de punta punta del país…
Un dragón como los típicos que encontramos en las ilustraciones de san Jorge es mucho más manejable para todo. Combate, hábitat, alimentación, zona de caza, guarida, uso de objetos… con qué un bicho de esos fuera del doble de tamaño de un dragón de Komodo sería suficiente para dar miedo. Bueno, eso si no consideráis que un dragón de Komodo ya da miedo de por si. Si un día se quiere sacar un dragón especial y concreto en plan Smaug, pos vale, pero que Smaug no sea el tamaño del dragón medio, por favor.
Y es que conceptualmente y para aplicar verosimilitud al entorno de juego que creamos, cuanto más grande sea una criatura mayor dificultad nos aporta para dar verosimilitud al mundo de fantasía de turno. ¿Habéis pensado la cantidad de comida que necesita un único gigante para mantenerse? Imaginad una tribu entera…
Si esa criatura no cultiva o cría ganado, al igual que Polifemo, el cíclope de Odiseo, pues debe de cazar y eso es mucha caza diaria… imaginad lo que se acumula al cabo de una semana, un mes o una estación…
Si una de esas criaturas no consigue tanta comida recolectando o cazando al final terminará haciendo una cosa, robar. Y normalmente es a las poblaciones de humanos, elfos, etc., a quien lo hacen. Con eso ya tenemos una semilla de aventura perfecta para jugar. Es decir, aunque la tendencia a que las criaturas y en general las cosas sean más grandes, no significa que no pueda aportarnos elementos para dar juego o creara venturas.
Pero ¿Y si hay muchas de esas criaturas?
Si hay muchas de esas criaturas y necesitan cada vez más y más alimento ampliaran la zona para conseguirlo, emigraran llevando el problema a otros lugares, pelearan entre ellos o robarán cada vez más, eso y arrasarán allá a dónde vayan, afectando a toda la fauna y flora del lugar.
El conflicto está asegurado de una manera sencilla.
Si arrasan con toda la comida los carnívoros tendrán que emigrar o se volverán más violentos con las poblaciones civilizadas, lo que hará que estos envíen a cazadores para exterminarlos, lo que hará que los herbívoros puedan criar mas abundantemente, lo que hará que en unos años vuelva a ser una zona de caza abundante… un ciclo artificial, pero un ciclo al fin y al cabo.
Me gusta pensar en las criaturas grandes y en como afectan al ecosistema. Por eso no me gusta que haya una tendencia al gigantismo. Hay juegos como Dungeons & Dragons o Trudvang Chronicles que llevan esto a lo absurdo y eso me mata.
Hay muy buenas aventuras que cuando te planteas esto se caen por su propio peso. Una montaña llena de gigantes… aja… ¿y de que dices que se alimentan?
Un bosque lleno de arañas del tamaño de carros… ¿Y dices que queda vida en su interior?
Un hormiguero de hormigas de 1 m de largo… ¿Y no está arrasado todo a kilómetros a la redonda?
Pero vamos, que he hablado mucho de criaturas grandes y como las veo y que problema veo por que son tan grandes, sin contar con problemas físicos en plan cuanto pesan, equilibrio, etc. que una vez leí en otro blog y me resultó muy interesante. Sin embargo… no todo el gigantismo se aplica a criaturas. Hablemos de construcciones…
Las construcciones son caras. Un castillo es muy, muy caro y en muchas ocasiones no son tan grandes como los imaginamos. Tan sólo hay que ver algunos de los muchos castillos que hay en España y Europa. Fuera de los más conocidos, precisamente por ser grandes y bien cuidados, como Olite, Loarre, Belmonte, el de Coca, etc. hay muchos, muchos más de dimensiones más reducidas, como la Torre de la zuda de Zaragoza, El castillo de Sos del rey católico, Cuarte de Huerva, etc., castillo que son poco más que una torre encima de un montículo y a su vez rodeados de murallas en algunas ocasiones. Castillos como estos he vistos decenas ¡hasta en el pueblo de mi madre hay uno! Y muchos pueblos de alrededor tienen uno de estos.
Sin embargo, cuando vemos muchas ilustraciones de ciudades o castillos, estos son gigantescos, con cientos de habitaciones, con alturas imposibles, con torres que desafían las leyes de la física…
Con las descripciones de algunas ciudades ocurre lo mismo. Ha habido ciudades enormes con cientos de miles o más de un millón de habitantes como Roma, Bagdag u otras, pero la mayor parte del resto apenas tenían unos pocos de miles de habitantes. Y hablo de ciudades, no villas, aldeas, pueblos, etc. que en algunos casos ser ciudad o villa era más un título que un tamaño, pero vamos a obviarlo.
Sin embargo, aunque cada vez menos, al menos en lo que yo he leído, lees descripciones de ciudades y parece que no existen las ciudades pequeñas para una época que se pretende simular por mucho que sea fantasía.
Todo es a lo bestia, con ciudades de cientos de miles de habitantes y con pueblos de miles de habitantes… y por supuesto, con ejércitos de miles de guerreros… todo muy acorde y verosímil con lo que se crea, porque todo es grande, pero sin tener en cuenta otros elementos.
Aunque sea fantasía a mi me gusta tener en cuenta estos detalles. Me ayudan a creerme el mundo dónde juego o dónde voy a dirigir. Si aparecen muchos detalles de este tipo comienzan a chirriarme las costuras y… en ocasiones dejo el juego, en otras, bueno, ahí estamos.
¿Cómo veis vosotros el tamaño de las cosas de vuestras campañas? ¿Habíais pensado en los posibles problemas que conlleva que todo sea enorme?
Espero vuestras respuestas en los comentarios.
Con esto os dejo hasta la semana que viene.
Avant
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